
Imagínate esta escena: Nashville, años 30, un cirujano ambicioso con cara de “soy el jefe aquí” y un joven carpintero afroamericano con más talento que título universitario. Juntos, se embarcan en un experimento que, en ese momento, sonaba más loco que mezclar tacos con sushi (aunque, oye, eso terminó siendo todo un éxito). Así empieza “Something the Lord Made”, una película que, más allá de enseñarnos sobre corazones defectuosos, nos regala una lección de humanidad, ciencia y cómo la grandeza no tiene nada que ver con tu color de piel o de dónde vengas.
La historia sigue a Vivien Thomas, un joven carpintero afroamericano que, sin tener la más mínima experiencia médica formal, decide unirse al Dr. Alfred Blalock, un cirujano que pensó que “¿y por qué no abrir un corazón y ver qué pasa?” era una gran idea. Spoiler: lo era. Lo que comenzó como un experimento casi de ciencia ficción, se convirtió en la primera cirugía exitosa para corregir la Tetralogía de Fallot, una condición cardíaca que convierte a los bebés en “bebés azules” por falta de oxígeno. Sí, parece sacado de un cómic, pero en realidad era una lucha diaria para miles de familias.

La escena que rompe corazones: padres frente al diagnóstico
En la película, hay una escena que probablemente te dejará con un nudo en la garganta. Unos padres reciben la noticia devastadora: su bebé tiene una malformación cardíaca. Y es que no importa cuántos años de experiencia médica tengas, siempre hay algo profundamente humano al dar este tipo de noticias. La tetralogía de Fallot se presenta con un aspecto alarmante: los bebés nacen con un tono azulado (lo que ya es inquietante) porque su corazón no permite que suficiente sangre oxigenada llegue al cuerpo.
Imagina ser esos padres, en una época donde la cirugía del corazón era tan ciencia ficción como esperar que los autos volaran. “Doctor, ¿puede curar a mi bebé?” era casi lo mismo que preguntar “¿Puede hacer que mi hijo sea un superhéroe?”. Pero, gracias a Blalock y Thomas, la respuesta fue: “No te prometo un superhéroe, pero haremos que su corazón lata mejor que nunca”.

El corazón de los pacientes con tetralogía de Fallot: Un rompecabezas de cuatro piezas
La tetralogía de Fallot es como ese rompecabezas infernal que te niegas a armar, porque tiene cuatro piezas fuera de lugar y todas ellas son críticas. Básicamente, los bebés nacen con cuatro problemas en su corazón (de ahí el "tetra", como si alguien hubiera dicho "¡vamos a complicar las cosas!"). Está la comunicación interventricular, el agujero en el tabique entre los ventrículos; la estenosis pulmonar, que dificulta que la sangre llegue a los pulmones; la hipertrofia ventricular derecha, porque el pobre ventrículo derecho tiene que hacer el trabajo forzado; y el cabalgamiento de la aorta, que está mal ubicada como si alguien hubiera colocado una autopista en medio de una pista de aterrizaje.
Blalock y Thomas, en una hazaña que parecía sacada de una novela de ciencia ficción, decidieron que era hora de intentar lo imposible: corregir esos cuatro problemas en un solo procedimiento quirúrgico. Y lo lograron. Para el asombro de todos, el corazón de esos bebés dejó de ser un rompecabezas incompleto y comenzó a funcionar como debía.
Vivien Thomas: El carpintero que construyó más que muebles
El valor de Vivien Thomas en esta historia es lo que más resuena en la película. No solo rompió barreras raciales, sino que rompió barreras en la medicina. ¿Cómo alguien que comenzó construyendo mesas termina haciendo historia en la cirugía cardíaca? Talento, perseverancia y una habilidad quirúrgica que, francamente, muchos médicos titulados envidiarían. Vivien nunca recibió el crédito que merecía en su tiempo, pero hoy sabemos que sin él, el “bebé azul” quizás seguiría siendo un misterio médico sin solución.
La película es un recordatorio constante de que el talento no tiene color ni diploma. Si algo podemos aprender de Vivien es que a veces las mentes más brillantes no vienen en empaques convencionales. Y, seamos honestos, ¿Cuántas veces has subestimado a alguien solo para que te sorprenda? Todos necesitamos más Vivien Thomases en nuestra vida.

Tetralogía de Fallot en México: Lo que deberías saber
En México, la tetralogía de Fallot sigue siendo un desafío clínico. Representa alrededor del 10% de todas las cardiopatías congénitas, lo que la convierte en la malformación cardíaca cianótica más común en el país. Cada año, nacen entre 1,000 y 1,200 bebés con esta condición en México. Y aquí es donde la ciencia moderna toma el relevo de Blalock y Thomas, con cirugías avanzadas que ahora se realizan de forma rutinaria, especialmente en centros de alta especialidad.
El tratamiento estándar para la tetralogía de Fallot incluye una cirugía correctiva que se realiza generalmente en el primer año de vida. Pero, claro, en México no todo es perfecto. El acceso a estas cirugías puede variar mucho dependiendo de la región. En las grandes ciudades, los hospitales cuentan con la tecnología y los especialistas necesarios, pero en áreas rurales, aún hay grandes retos que superar.

Reflexión final: No subestimes a nadie, ni al corazón de un bebé, ni a un carpintero
“Something the Lord Made” es más que una película sobre medicina. Es una lección sobre el valor humano. Si algo podemos aprender de la historia de Vivien Thomas es que nunca debemos subestimar a las personas por su apariencia, color de piel o falta de credenciales. Después de todo, el joven carpintero que un día empezó clavando tablas, terminó siendo el hombre que cambió para siempre la cirugía cardíaca.
Así que, si estás buscando una buena peli que mezcle ciencia, historia y un poco de "¡wow!", “Something the Lord Made” debería estar en tu lista. Y si te encuentras subestimando a alguien por su apariencia, recuerda: quizás estés frente al próximo Vivien Thomas de tu vida.
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